martes, 16 de noviembre de 2010

Numa Pompilio (Monarquía)




Numa Pompilio (715 a. C. – 676 ó 672 a. C.) fue el segundo rey de Roma, sucediendo a Rómulo. Se casó con Tacia, hija del rey sabino Tito Tacio, por lo que fue concuñado de Rómulo. Se sabe muy poco de este rey, y todas las noticias nos llegan a través de una biografía escrita por Plutarco (c. 46–125), escritor griego.
Después de la muerte o desaparición de Rómulo viene un interregnum (un año sin rey). Es elegido Numa Pompilio, entrado ya en años, un hombre piadoso y sabio que vivía en la ciudad de Cures. Era de origen sabino. Dio leyes y potenció los derechos y acuerdos de paz entre Roma y el resto de las ciudades. Fue además el creador de las principales instituciones religiosas, y se dice que mandó edificar el templo de Jano, al pie del monte Argileto. Se ocupó también de reformar el calendario dividiéndolo en doce meses lunares. Los romanos en esta época tenían una costumbre: cerrar las puertas del templo en señal de paz, abrirlas cuando Roma estaba en guerra. Durante el reinado de Numa Pompilio, las puertas permanecieron siempre cerradas. Se dice que tenía el poder de desencadenar el fuego de Júpiter. Es decir, que sabia producir descargas eléctricas que causaban pavor entre sus enemigos.
Se ocupó así mismo de organizar la religión romana, tanto en el terreno público como en el oficial. Cada familia tenía su culto llamado Sacra y el sacerdote y dirigente de este culto era el pater familias.
Del mismo modo, cada Curia (los romanos estaban divididos en 3 tribus y 30 curias) tuvo su culto dirigido en cada caso por un curión. Las familias romanas (las gens) tenían entre ellas un vínculo de unión que eran los sacra gentilicia, que estaban administrados por un sacerdote al que llamaban flamen. La sacra gentilicia se sostenía por la aportación de las stips, que era una contribución ofrecida por el conjunto de las familias.
Con este rey termina el período llamado juvenilista propio de la cofradía de los lupercos, aquella cuya iniciación de sus jóvenes fue interrumpida por el secuestro de Remo. Aquellos muchachos fueron unos adolescentes eternos y siempre fieles que rodearon a Rómulo hasta su muerte y eran los que componían su guardia personal. Eran los 300 céleres o veloces.
Se le reconoce a Numa la instauración del templo de las vestales, templo sagrado donde unas sacerdotisas vírgenes mantenían el fuego sagrado, ya que la religión veía en el fuego el comienzo de la vida. Numa dedicó mucho tiempo a fortalecer la religión romana y el culto a los dioses, así como el luto y las costumbres. Plutarco indica que la autoridad de Numa estaba legitimada por la relación que tenía este rey con la ninfa Egeria.

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